Dream
Traumdeutung | Readings

Gisela Smania

“Desde el punto de vista de Freud –y no creo que los analistas de hoy difieran sobre este punto–, el contenido latente de la mayoría de los sueños está hecho de la realización de deseos inmorales. Todos los sueños, si se sueña, son fundamentalmente sueños de trasgresión. Uno sueña siempre, según Freud, en contra del derecho. El núcleo del sueño es una trasgresión de la Ley. Los contenidos son de egoísmo, de sadismo, de crueldad, de perversión, de incesto. Se sueña contra la Ley.”

Miller, J.-A., “Nada es más humano que el crimen”, revista Virtualia 18, revista digital de la EOL, Buenos Aires, 2008.

Se sueña contra la ley. Así designa J.-A. Miller eso que se agita en los sueños y que parece en ocasiones llevar la Cosa, a la manera Virgilio, hasta los infiernos.

Me sirvo, para la lectura de este fragmento, de la caja de resonancia que ofrece el despliegue de Lacan entre sus Seminarios El deseo y su interpretación y La Ética, en los cuales coloca de entrada la experiencia subjetiva y, por qué no la del soñante, en su carácter de indocilidad frente a “toda óptica moralizante”[1].

Con este cuerpo de referencias, podemos distinguir de qué manera en la rúbrica del deseo, la satisfacción de la pulsión y su soporte fantasmático juegan un papel decisivo. El goce se asume -sin más- perturbador, dispuesto a sortear la barrera de lo Bello y el dictamen del Bien, “cuya función nace articulada desde el inicio con la ley”[2]. En este sentido, tal como lo afirma Miller, en todo sueño anida algo de la transgresión, de “la sinfonía del heroísmo del goce, que renuncia al ronroneo de lo simbólico y de lo imaginario, para alcanzar su estatuto de desgarramiento”[3].

Esta perspectiva, que responde al paradigma del goce de la trasgresión, pone el énfasis a su vez en el valor clínico de la defensa. Cabe preguntarnos aquí cómo se ejerce esa defensa hoy en el soñar.

Lacan nos acerca un ejemplo, sirviéndose de la Tramdeutung de Freud, con el sueño del padre muerto y la enunciación “él no lo sabía”, soltada por el sujeto en el acto de hablar; y nos propone distinguir en ella la posibilidad de implicación en un extraño anhelo, un deseo inaceptable que -con su visita- despabila todo sentido pacificador de querer el bien. De esa afectación, de ese tropiezo que despierta o –tal como lo dirá años más tarde- de la manera en que tratamos la irrupción de ese real, somos responsables.

Tal vez reside ahí el papel ético del “soñar contra” que subraya Miller. Detalle de herejía que toca a la experiencia singular del inconsciente, en una época que no se detiene en su convite a las higienes de vida y a la transparencia.

NOTAS

  1. Lacan J., Seminario 6 El deseo y su interpretación, “Construcción del grafo”, p. 15. Ed. Paidós, 2014.
  2. Lacan, J., Seminario 7 La Ética, “La función del Bien”, p. 274, Ed. Paidós, 2013.
  3. Miller J.-A., La experiencia de lo real en la cura psicoanalítica, “Paradigmas del goce”, p- 233. Ed. Paidós 2003.