El Sueño
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Los trumanos

Jacques-Alain Miller

Jacques-Alain Miller

Creo haber llegado al final de la redacción de lo que he llamado la ultimísima enseñanza de Lacan, durante este mes en que no los he visto en absoluto. Esto me quita un peso de encima, para emplear un término de la ultimísima enseñanza, estaba enredado.

 

Girar en círculos

Ahora estoy completamente aturdido. No lo estoy por los giros y desvíos de esos dichos, no lo estoy más por haber seguido esos giros, esos desvíos, esos meandros hasta hacer con ellos - al menos es algo con lo que a veces sueño - una vía romana [voie (vía)y no voix (voz), la voz que alzo para ser escuchado]. La vía romana es una metáfora con la que Lacan engalanaba el Nombre del Padre en su tercer Seminario, esa vía trascendente en relación con los divertículos, con las rutas departamentales, con los atajos. Exagero, por supuesto, cuando digo haber accedido a la vía romana. Sin embargo, anoche, buscando durante algunas horas qué título poner a la primera y a la última lección del último Seminario de Lacan, tuve el sentimiento fugaz que podía reconstruir la vía romana de esa ultimísima enseñanza entre todos esos meandros.

Por lo demás, la metáfora de la vía romana no conviene en absoluto a los meandros borromeos, como tampoco a lo que llamamos el toro (la cámara de aire), los dos objetos matemáticos que Lacan asocia en su ultimísima enseñanza. Esas brújulas que utiliza no indican exactamente puntos cardinales, esos puntos en cruz que permiten orientarse a partir de su posición. Si bien las brújulas se han vuelto más complejas y más precisas con el desarrollo que les dio el GPS, son instrumentos que dan la dirección hacia dónde ir. Hay que creer que siempre he apreciado mucho esta metáfora, puesto que desde el comienzo titulé a mi curso "la orientación lacaniana".

Ahora bien, en toda la ultimísima enseñanza de Lacan la dirección es girar en círculos, incluso el estancamiento. Es un registro muy diferente de metáforas, sin embargo esta UEL explora lo que tiene de estructura el girar en círculos (para emplear este término que está cuidadosamente evitado por razones que reconstruyo y que voy a precisar luego). El girar en círculos tiene una estructura. Lo vemos en el nudo borromeo que asocia varios giros en círculo según una disposición que, de entrada es sorprendente, pero que muestra que el girar en círculos es susceptible de una complejidad insospechada. En cuanto al toro asocia el girar en círculos y el agujero. Podemos servirnos de los redondeles de cuerda como otros tantos toros y estos pueden asociarse al modo borromeo.

Reconstruir y simplificar el conjunto de los dibujos de Lacan presenta, por supuesto, algunas dificultades. Pero, contrariamente a lo que se piensa, eso no es la dificultad principal, sino redactar lo que resta de palabra. Si nos dejamos llevar por el girar en círculos quedamos aturdidos. La estructura por el contrario, es lo que permite salir del aturdimiento. Creo haberlo logrado. ¡Hurra! Sin embargo, lo que me aturde hoy, esta mañana, en este momento, es salir del diálogo con Lacan que me ha aspirado, en el que me encerré cómodamente - y tanto que me olvidé de ustedes - entonces, se trata de salir de este confinamiento para comunicárselos. ¿Qué tengo que decir en esa comunicación? Les comunico que hay cuatro Seminarios de Lacan que he terminado, el editor los publicará a su ritmo. Para alentarme agrego que serán seis en septiembre próximo, así lo espero. Si es necesario que tranquilice a aquellos que se inquietan por la terminación de esta tarea antes de que yo desaparezca y que me ven ya un poco enfermo, tendré seis más para redactar antes de pasar a otra cosa.

La ultimísima enseñanza de Lacan está compuesta por dos Seminarios. El XXIV y el XXV. Los haré publicar en un solo volumen: cuando todo el conjunto esté disponible serán 25 volúmenes. Luego Lacan no quedó en silencio, continuó tomando la palabra. Me envió archivos y lo que dijo en 1980 fue publicado en esa época. Pero les comunico que eso ya no es el Seminario de Jacques Lacan.

Considero que Lacan fijó los límites de su Seminario dándole al Seminario XXV de 1977-1978 el título "Momento de concluir". Todo demuestra que eso debe ser tomado a la letra. Ese título es evidentemente una referencia a su lógica temporal, desarrollada, publicada a fines de la segunda guerra mundial con el título "Tiempo lógico...". A partir de la exploración de ese "Momento de concluir" puede esperarse que se esclarezca lo que lo precedió. Por otra parte, ese "Momento de concluir" no será publicado al final del Seminario de Jacques Lacan sino en el curso de los mismos. El tiempo es una preocupación de Lacan de manera constante - en el momento de detenerse - pero no solo. Anteriormente, en su escrito "Radiofonía", ya había extraído el principio de "hace falta tiempo" para el análisis. Destaquemos que luego Lacan quiso hablar con el título "La topología y el tiempo" que figura, por otra parte, de forma errónea en la solapa de los Seminarios. No fui yo quien hizo escribir eso, sino alguien de las Ediciones Seuil que estaba muy interesado en garantizar que todo se publicaría allí, agregando un título para cada año. Lo dejé así pero no habrá Libro XXVI, ni XXVII, ni XXVIII del Seminario. Es una indicación el que Lacan se preocupara de la relación de la topología y del tiempo. Esa preocupación data del Seminario "El Sinthoma". No se trata del tiempo lineal, del que hace falta para ir de A a B, dicho de otro modo, de la vía romana, de la trayectoria cuando se espera que luego será otra cosa. El tiempo asociado a la topología es ante todo un tiempo circular, el tiempo de girar en círculos, que no es la ausencia de tiempo.

 

Condenado a soñar

La ausencia del tiempo es la eternidad, Lacan dice precisamente en "Momento de concluir" que es algo con lo que se sueña, lo que no es específico de la eternidad. En la ultimísima enseñanza desfilan muchas cosas con las que creíamos que no soñábamos y que descubrimos que al menos hay una que él piensa que son sueños o - lo que está levemente desplazado - fantasmas. El sueño de la eternidad (que Lacan censura ya en El sinthoma ) consiste en imaginar que despertamos, dice aquí. Conforme a lo que aparece en el escrito que pone un punto final al Seminario del Sinthoma, conforme al "esp de un laps", la ultimísima enseñanza de Lacan se despliega en un espacio donde no hay despertar, donde el despertar - lo cito - es impensable, donde el despertar mismo es un sueño. Confesemos que es realista en el sentido de lo real. ¿Alguna vez se ha visto que para cualquiera el pase constituya un despertar?

Que no hay despertar quiere decir que no se sale de ahí. Precisamente es esto lo que da risa, es el nuevo acento que Lacan le pone a esto - la vida es cómica. ¡Ah!, ya había dicho que en verdad la comedia le ganaba de mano a la tragedia. Lo dijo respecto del falo, en nombre del valor sexual siempre escondido, incluido en el fondo de la lamentación oculta en el impasse, la hiancia de la relación con el Otro. Pero la comedia se refiere al vano girar en círculos. El síntoma mismo recibe este valor por ser el inconsciente en tanto no se sale de ahí. Por ello, llegado el caso aunque no siempre, Lacan formula en su ultimísima enseñanza, que no hay liberación, disolución del sinthoma. En otros momentos puede hablar de deshacer el síntoma, pero solo apunta a los divertículos del sinthoma y no a este como vía romana. Es decir, el sinthoma como esta nueva vía romana que es el girar en círculos. No hay liberación del sinthoma, se trata solamente, dice, que sepamos por qué estamos enredados en él. Esta proposición problemática establece una relación muy dudosa, sospechosa - adjetivo que Lacan utiliza en su ultimísima enseñanza - entre el análisis y el saber por el que imaginamos progresar, sacude los fantasmas. Podemos hablar de una relación con el análisis y con el saber que se imagina que progresa aclarando lo que es el análisis por lo que se cree que es el saber, lo que se hace saber. Esa es la cuestión abierta por la ultimísima enseñanza de Lacan: ¿qué es el saber? A nivel de la ultimísima enseñanza, podemos decir al menos que el saber no es un despertar y que si hubiera que elegir sería mas bien un sueño. Allí Lacan abre el camino del girar en círculos. El ser humano como lo escribe en ese momento, los trumanos, está condenado a soñar.

Los trumanos

¡Ah! Hay mucho para decir de los trumanos en relación con lo que Lacan llamaba el parlêtre

El parlêtre

La primera diferencia es privilegiar el plural. Lo que se desprende para mí de la lectura y de la redacción es que Lacan pone el acento en el hecho que lo humano es en esencia social. Tan aparente en sus gestos borromeos y tóricos, la topología está incesantemente duplicada por una sociología. Lacan encuentra sus amores de juventud: precisamente había abordado el tema de la familia movilizando sus referencias a la sociología y a la etnología, las que continuaron haciéndole cortejo. La sociología de Lacan colabora con el despojamiento y la sospecha que recae sobre el omnipresente fantasma. Vean por ejemplo esta indicación que hubiera podido ser dejada de lado en la penúltima lección del Seminario de Lacan: ¿Por qué el deseo se convierte en amor, los hechos no permiten explicarlo? Notemos su referencia a lo fáctico que corresponde al hecho que tenemos que distinguir, que hablar de dos niveles. Lacan no comete un error al oponer los fantasmas a los hechos. Por cierto, a otro nivel la asignación de hechos puede, por supuesto, ser también sospechosa.

Sí, Lacan dice los hechos de la misma manera que en lo hablado en esa ultimísima enseñanza él utiliza la mayor parte del tiempo los vocablos más corrientes de la lengua. El despojamiento de la lengua se atiene precisamente a la evisceración de los fantasmas. Al redactar es necesario que yo suprima las comillas, sin lo cual no sería ya legible, pero dejo las suficientes para que se capte que los términos técnicos particularmente los del psicoanálisis, están todos tomados con pinzas, puestos a distancia. Hay un contraste constante entre el uso de la lengua más familiar y la hiper tecnicidad aparente, muy evidente, de las figuras topológicas.

¿Por qué el deseo, entonces, se convierte en amor? Los hechos no permiten decirlo - sin duda hay efectos de prestigio. Difícilmente se pueda ir más lejos en la degradación discreta de la vida amorosa. Incluyendo también a la operación del semblante en el amor, Lacan incluye esta noción en el registro de la sociología. Lo mismo ocurre, a mi entender, cuando se atreve a decir de la interpretación, de nuestra santa interpretación que es todo lo que tenemos para operar en nuestra tradición léxica, al menos semántica, que depende del peso del analista. Efecto de prestigio también allí. Ese movimiento llega hasta el punto de plegar la interpretación sobre la sugestión, horresco referens[i]

 

Con un murmullo

La ultimísima enseñanza de Lacan es un juego de masacre. Por ello, contrariamente a las apariencias, es tan divertida, le gana por mucho a todos los Libros negros del psicoanálisis. El juego de masacre llega hasta el punto de plantear que el análisis es una magia - ¡claro que sí! -, que con lo que disponemos - y solo disponemos esencialmente de la palabra apoyada sobre los efectos de prestigio - nos esforzamos por conmover algo velado, uno imagina llegar a hacerlo. Al ser dos los que se lo imaginan la cosa marcha mejor, pero eso no es dar pruebas en contra de la reducción del psicoanálisis a la magia. Agreguemos a esto la proposición de Lacan a la que no haría objeción un Pierre Bourdieu - el análisis es un hecho social. No creamos que esto querría decir - el análisis es entre otras cosas, un hecho social. Por el contrario es una definición en esencia. Estas evocaciones bastan para apoyar la siguiente tesis: mientras Lacan se esfuerza por el psicoanálisis casi hasta su último aliento, dando testimonio con ello como una suerte de mártir del psicoanálisis, al mismo tiempo, la ultimísima enseñanza de Lacan constituye una deflación del análisis - se trata de saber si ese movimiento es saludable. Una deflación del análisis y también de los psicoanalistas, pero en este punto, Lacan ya había comenzado a hacer mucho antes una deflación, un desinflado. Puedo confiarles el verso que me vino a la mente redactando "Momento de concluir", al final de la redacción. Un verso de T.S .Elliot que es una lectura de Lacan que encontramos a través del Seminario. También Lacan eligió terminar su discurso de Roma "Función y campo de la palabra y del lenguaje..." con T.S. Elliot. Se trata de un pasaje sobre lo que decía el trueno ¡bang bang!. Esta referencia proviene del Upanishad. ¡Da da da! dice el trueno. Es un pasaje del gran poema de T.S. Elliot que se llama The waste land, "La tierra baldía". En cuanto al verso que se me apareció, es quizá el verso más citado en el dominio anglo americano, el último verso del poema que se llama The hollow men "Los hombres huecos", ese término se presta a muchas interpretaciones que no se llevan mal con el hombre tórico, hueco también, propuesto por Lacan. Hay varias tesis sobre la proveniencia de la expresión hollow men en T.S. Elliot. Él pretendió haber tomado prestado hollow por un lado, men por otro. Sin embargo, la expresión fue encontrada en la boca del conspirador Cassius en el Julio César de Shakespeare. En T.S. Elliot tiene más bien un valor pascaliano: el corazón del hombre está vació y lleno de basura. En el comienzo del poema abundan resonancias acerca de la descripción del ser humano, de los últimos hombres, de la última de las civilizaciones. Lo leo en francés para que me sigan, en la traducción de Pierre Leyris. No es este el verso que se me apareció, sino el último, pero esto nos da la atmósfera.

Somos los hombres huecos
Los hombres rellenos de aserrín
Que se apoyan unos contra otros
Con cabezas embutidas de paja. (Headpiece filled with straw)¡Sea!

Ásperas nuestras voces, cuando
Susurramos juntos
Quedas, sin sentido (Are quiet and meaningless)
Como viento sobre hierba seca
O el trotar de ratas sobre vidrios rotos
En los sótanos secos
Contornos sin forma, sombras sin color, (es una traducción para Shape without form, shade without colour)
Paralizada fuerza, ademán inmóvil; (Paralysed force, gesture without motion;)"

Y bien, este poema concluye con dos versos, el primero se repite tres veces

This is the way the world ends (Así es como acaba el mundo )
This is the way the world ends
This is the way the world ends
Not with a bang but a whimper ("
No con un estallido sino con un quejido").

Este es el verso que, de pronto, me volvió a la memoria. Así es como acaba el mundo, no con un Bang, no con un Bum, dice Pierre Leyris, no termina por el trueno como el discurso de Roma, termina con un whimper. P. Leyris traduce "con un murmullo". Un murmullo, también es un quejido y, para mí, el ruido de la cámara de aire que se desinfla. Considero que Lacan eligió terminar su Seminario no con algo que diría el trueno - esto es el colmo del fantasma - que se reduce a la voz humana -, lo termina con un desinflado del toro psicoanalítico. Termina con pasitos, el trotecito de las ratas.

Sin embargo dice mucho. Las referencias a este verso, como lo he podido verificar gracias a Google son innumerables; grupos de rap se llaman así, films, artículos científicos que lo ubican en el título Lo que me parece que traduce el valor que hay que darle a la deflación del psicoanálisis a la que Lacan eligió proceder.

Su "sociología", como la he llamado - yo también tomó, a la fuerza, el estilo "tomar las palabras con pinzas" -, la sociología de Lacan se atiene, tanto en el Seminario XXIV como en el Seminario XXV al aprendizaje de la lengua.

Captamos la distancia que Lacan toma con el fantasma de la estructura, este trae aparejado explícitamente que el lenguaje ya está allí, mucho más que el acento puesto en el aprendizaje. Allí por el contrario, el acento está puesto en el tejido del aprendiz, si puedo decirlo. Debe tomarse de la manera más simple, se aprende a hablar, dice Lacan, eso deja huellas, tiene consecuencias, son estas consecuencias lo que llamamos sinthoma. Aprendemos a hablar, esto les viene de los parientes cercanos, es el rostro del Otro mayúscula en el aprendizaje de la lengua.

Es la sociología inmediata del parlêtre, por eso el parlêtre, es los trumanos. ¡Llego a justificárselos! Me dije que haría falta que lo haga, no dejar los trumanos caer en el olvido. Los trumanos está atornillado, la sociología de Lacan se atornilla allí.

A partir de lo cual, Lacan puede formular que no hay relación sexual, que el conjunto de lo que podría ser relación sexual es un conjunto vacío, y al mismo tiempo que hay relación sexual entre los padres y los hijos, o que hay relación sexual entre tres generaciones, lo que sin duda debe entenderse como aquellos que les enseñaron la lengua, aquellos a partir de los cuales ustedes han aprendido la lengua, más el superyó que les han vehiculado así, el depósito de cultura, el caldo de cultura que les hicieron beber. De un lado, en efecto, no hay relación sexual, pero por otro, está el Edipo, es decir un objeto - la madre - con la cual hay relación sexual, aunque alguien o algo le haga obstáculo de algún modo.

 

Leer de otro modo

Preguntaría ¿cuál es el saber profundamente asociado al psicoanálisis? La respuesta que puede retenerse de lo que dice Lacan en "Momento de concluir", es la definición según la cual el saber consiste en lo legible. Y esto, cualquiera sea la sospecha que arroja sobre "La interpretación de los sueños", de la cual puede decir es imposible comprender lo que Freud quiso decir - ¿eso significa que se trata de un deliro?; ¿por qué se privaría, puesto que él mismo se acusa de haber delirado en su Seminario?

Sin embargo, podemos al menos admitir que el sueño, el lapsus, el chiste, se leen. Lo que llamamos interpretar es leer de otro modo. Cuando, una vez más, se hace la pregunta - ¿el sujeto supuesto saber qué? - puede dar esta respuesta - el sujeto supuesto saber leer de otro modo, a condición de ligar el otro modo a la siglo S(Ⱥ).

S(Ⱥ)

Esto significa que ese leer de otro modo no se lo haga recaer en nadie. Leer de otro modo no es leer el Gran Libro de la creación, la creación del inconsciente, por ejemplo. Esto trae aparejado algo arbitrario. No es "científico", empleando el término entre comillas, porque hemos perdido confianza en ese saber también. Leer de otro modo no es automático. Tampoco es la verdad, incluso si podemos adornarlo con su nombre, hacerlo creer por prestigio. Tiene algo de aleatorio. Digamos simplemente que la interpretación como leer de otro modo necesita el apoyo de la escritura, es decir la referencia a que los sonidos emitidos pueden escribirse de otro modo que como se lo ha querido. Lacan lo dice de una manera que marca el carácter esbozado - seguramente hay escritura en el inconsciente. Sí, la otra lectura de la que se trata se apoya en la intención de decir algo. La otra lectura, que es la del análisis, se apoya en la intención del analizante de decir algo. Esta intención es la que se atribuye a la consciencia, al yo, es incluso a partir de esta intención que se define la consciencia, de allí el valor que Lacan le da a la equivocación, cuando las palabras no sirven a la intención.

En suma, lo que Lacan llama lo simbólico se revela esencialmente inadecuado. La ultimísima enseñanza de Lacan lucha con la inadecuación de lo simbólico. Sin lo cual no tendría razón de ser. Lo simbólico es un factor de confusión. El significante es lo que hace que uno no se reconozca. El significante es responsable de la no relación sexual en el ser humano. No relación sexual es demasiado decir, lo que se desprende del "Momento de concluir" es una relación sexual confusa.

El amor es confusión. Sabemos que está hecho de cualquier modo, de piezas y de pedazos que son..., hay un momento donde se produce el pasaje del deseo al amor. El amor es confusión, entra allí el prestigio, el semblante, el error sobre la persona...En la ultimísima enseñanza de Lacan, hay que habituarse a la degradación de lo simbólico. Por supuesto que antes no se trataba de esto, no ocurría eso hasta el momento en relación con el cual Lacan se estigmatiza diciendo - he delirado con la lingüística.

¿En qué deliró con la lingüística? Su delirio con la lingüística fue poner el acento en la primacía de la palabra sobre la cosa, atribuir a las palabras el poder de hacer las cosas. De este modo da cuenta de la cosa freudiana diciendo que esta significaba como las cosas se moldeaban sobre las palabras. El psicoanálisis implicaba entonces que la estructura lingüística prevalece en todos los casos. La palabra estructura estaba en su lugar y en primer plano.

En su ultimísima enseñanza, sin mencionar la palabra, está en juego una definición completamente diferente de la estructura. Leo de este modo la última lección del 8 de mayo de 1978: Se puede decir legítimamente de las cosas que saben comportarse. Si hay, llegado el caso, estructura no se trata de estructura lingüística, sino, si puedo decirlo, de estructura cósica. Esto supone un saber comportarse, saber comportarse mejor de lo que nosotros mismos podemos saber, como lo demuestran las sorpresas que producen los objetos matemáticos, las cosas que Lacan manipula. Quito matemáticos porque, llegado el caso, hace con ellos objetos manipulables de preferencia con las manos. Las cosas saben comportarse precisamente por diferencia con los trumanos que, ellos, no saben cómo comportarse, "a causa" entre comillas, de la estructura simbólica, de la escuela de confusión, de la escuela de perdición que constituye la lengua. Justamente, porque los trumanos no saben cómo comportarse, se inventó para su beneficio técnicas para enseñarles.

La emergencia y el florecimiento de nuestras TCC (terapias cognitivo-comportamentales) se basa en la confusión de lo simbólico, mientras que las cosas ocurren y existe el análisis para tratar de hacerle pasar a un trumano cómo comportarse con el sinthoma.

 

Imaginar lo real

Dicho de otro modo, el problema que no podía ser formulado en el delirio lingüístico lacaniano es la inadecuación de las palabras a las cosas, lo que quiere decir, por abstracción, la inadecuación de lo simbólico a lo real. Si recuerdo bien, en su ultimísima lección vemos a Lacan figurar lo que sería la adecuación por el enlace de dos redondeles, el de lo simbólico y lo real. Este enlace querría decir -miren se mantienen unidos -, y lo imaginario está en otra parte. No está lejos de lo que Lacan formulaba al comienzo de su escrito sobre "La carta robada". Por el contrario, es lo que rechaza la ultimísima enseñanza de Lacan, planteando que la adecuación de lo simbólico a lo real no hace las cosas sino fantasmáticamente. Fantasma es creer que la palabra hace la cosa, fantasma creer que lo simbólico se adecúa a lo real. Con el término fantasma, que es una palabra clave del "Momento de concluir", Lacan no entiende exactamente un sueño, el fantasma se diferencia de él por ser una aspiración, una sugestión de lo imaginario por lo simbólico, dice.

Esto es lo que pone en cuestión la definición del análisis por el saber. ¿Por qué? Porque el saber es solo fantasma, aspiración de lo simbólico que sugiere lo imaginario. Desde la primera lección del "Momento de concluir", Lacan formula que la geometría euclidiana tiene todas las características del fantasma. Y en particular la idea de la línea recta, de la cual ya había hecho una crítica, se había ocupado de ella en su Seminario del Sinthoma, lo he señalado.

Captamos que con la topología, Lacan trata de salir del fantasma geométrico. No le he encontrado a esta tentativa un mejor broche que pescar en la última lección de ese "Momento de concluir" la expresión que figura como al pasar en una frase - no hay nada más difícil que imaginar lo real. Y bien, finalmente, esto es lo que me hizo poner el título a la última lección de Lacan, y la consigna de este "Momento de concluir", de ese esfuerzo, que en su tiempo, dejó perplejo a todos lo que no eran los obreros que ayudaban a Lacan en esta tarea.

La tentativa es imaginar lo real precisamente porque lo simbólico no es adecuado a lo real, porque lo simbólico no está asociado a lo real mas que por el fantasma en tanto que sugestión de lo imaginario. Tratemos de asociar lo real a lo imaginario, de imaginar lo real. Esa es, me parece, la clave de las manipulaciones de Lacan en su ultimísima enseñanza. Imaginar lo real pasa por esa extraña materialización que constituyen esas figuras, que son figuras de objetos. Esta materialización, precisa Lacan, es una materialización del hilo del pensamiento. Pongo este enunciado en relación con lo que formula en otra parte - el análisis es un hecho social que se funda en el pensamiento. Me parece que Lacan aquí intenta una materialización del pensamiento. Es también imaginar el saber de las cosas con precauciones oratorias, es decir habladas, como lo dice. Tal es el ritmo de este Seminario - lo que está dicho allí es del orden de la precaución oratoria, para mostrar que hay cosas que saben comportarse y que corremos tras ellas, detrás de la manera en que ellas giran, se dan vuelta, se anudan, etc.

Esta materialización es sobre todo sensible cuando procedemos a lo que constituye el acto mayor en la última enseñanza de Lacan, el acto de cortar que hace evidente que tenemos que vérnosla con la tela, el tejido. Esto remite, dice, a lo que un psicoanálisis tiene como tela.

Comenzar su Seminario del "Momento de concluir" diciendo que el análisis es una práctica del parloteo, constituye una degradación de la palabra, pero es precisamente porque es una práctica del parloteo que todo se sostiene en esto - ¿el analista sabe cómo comportarse? En este parloteo surge una oposición: el analizante habla, dice Lacan - hay que sorprenderse - que hace poesía, dicho de otro modo, no es la interpretación la que procede de la poesía en el "Momento de concluir". Es un paso adelante en relación con lo que evoqué precedentemente.

 

Cirugía

El analizante habla mientras que el analista zanja. Los ensayos topológicos de Lacan multiplican las figuraciones de lo que el analista zanja, son figuraciones por el corte, en tanto que tiene el poder de cambiar la estructura de las cosas.

No es ya la palabra la que hace la cosa, sino el corte que cambia la estructura de los objetos representados. Con una dificultad mayor - si lo simbólico es inadecuado a lo real, no hay por ello menos lo que Lacan llama una hiancia entre lo imaginario y lo real, donde se aloja nuestra inhibición para imaginar cómo se comportan las cosas de las que se trata - Lacan da el ejemplo del enredarse necesario para superar esta inhibición.

Esto no le quita para nada lo serio al psicoanálisis. Si las palabras no tienen el poder que creíamos cuando se deliraba, eso no impide que tengan consecuencias. Se trata de darse cuenta de esas consecuencias, evaluarlas. Se trata, dice Lacan, que el analista se dé cuenta del alcance de las palabras para su analizante.

El modelo del acto analítico en la ultimísima enseñanza de Lacan, y en toda la última práctica es el corte. Actuar por intermedio del pensamiento confina a la debilidad mental, según sus términos. Tal como aparece en lo que nos resta del "Momento de concluir", el acto que no sería débil mental, que no pasaría por el pensamiento, es el corte.

Por eso tomo en serio esta aspiración de la que da testimonio Lacan, y de una forma que merece retenerse - elevar el psicoanálisis a la dignidad de la cirugía. Habrán notado la forma sintáctica que retoma la que empleó a propósito de la sublimación - elevar el objeto a la dignidad de la Cosa. Este es el fantasma de Lacan que se expresa en esa aspiración, se trataría de sublimación. Elevar la debilidad psicoanalítica a la seguridad soberana del gesto quirúrgico de cortar, sería la salvaguarda del psicoanálisis.

Clase del 2 de mayo de 2007 del curso "La orientación lacaniana. El ultimísimo Lacan"
Establecimiento del texto: Pascale Fari
Traducción: Silvia Baudini

NOTAS

  1. Tiemblo al decirlo: Verso extraído del poeta latino Virgilio, de La Eneida.