De los límites del desciframiento a la lectura

“Digámoslo de otra manera: interpretar es descifrar. Pero descifrar es cifrar de nuevo. El movimiento sólo se detiene en una satisfacción. Freud no dice otra cosa cuando inscribe el sueño como discurso en el registro del proceso primario, como una realización de deseo. Y Lacan los descifra para nosotros diciendo que el goce está en el ciframiento.”

Miller, J.-A., Entonces Sssh…, “La interpretación al revés”, Ediciones Eolia, Barcelona y Buenos Aires, 1996, p. 9.

Todo sueño llega a un límite del desciframiento que comporta la limitación misma del significante para decir lo real. Lacan en Aún subraya que este límite se encuentra muy pronto y eso, sobre todo, porque cuando se presenta algo del orden de lo real en el sueño "¡se perturban tanto que de inmediato se despiertan, es decir, que siguen soñando!”[1] A soñar despiertos, de cierta manera, uno para de soñar para seguir durmiendo. El sueño queda protegido del goce, salvo en el sueño traumático, donde lo real queda al descubierto.

En 1973, Lacan subraya que el sueño descubre el “bi du bout [al fin y al cabo] del inconsciente: es el sentido sexual.", "Allí donde eso falla", allí donde eso falla siempre de poder escribirse."[2]

Podemos esperar de un fin de análisis que abre sobre un otro goce que aquel del significante del que el sueño se nutre. Dicho de otra manera, que al fin del análisis se haga una otra lectura de este enunciado de Lacan: “un sueño se lee en lo que se dice de él”[3]. Un análisis desemboca en un punto en el cual algo falta en ser dicho. Es una falta que queda una falta y que sólo se puede aproximar por la lógica. Se trata de leer lo que el sueño ha escrito. Así que, si no se puede hablar de un sueño específico de fin de análisis, podemos distinguir sueños articulados a la lógica de este fin.